miércoles, 17 de noviembre de 2010

La Ruta Siete

Janet estudió antropología en una pequeña universidad del estado de México. Tiene 26 años y trabaja como cuidadora en un camión de trasporte escolar privado. Es un camión amarillo y moderno. El número siete.


Salen de muy lejos, pero el chofer la recoge debajo de un puente peatonal en viaducto que le regala media hora mas de sueño. Pasa por ella a las cinco y media de la mañana. Cuando sale de su casa hace frío y le da miedo.


El primer alumno se sube a la seis. Vive en la Anzures. Es un niño de cinco años que se sube con los ojos cerrados y duerme nada más tocar el asiento. Su madre saluda a Janet amablemente. A Janet le cae bien por que a los demás niños pequeños, sobre todos a los últimos, no los acompañan sus mamas.


Recogen a muy pocos antes de subir por la carretera. Por lo general los niños están tranquilos y el chofer tiene la ventana abierta y van rápido y a Janet le gusta como la golpea el aire frío en la cara, cierra los ojos.


Cuando entran a los suburbios el camión se empieza llenar rápido. Esta es una zona donde todos son vecinos, piensa. Llegan a la escuela y son el último camión, la directora esta en la entrada intentando sonreír a todos los alumnos.


Durante el día Janet trabaja sacando copias en la biblioteca o limpiando los laboratorios. Prefiere lo segundo por que puede ver a los animales dentro de los frascos. Un borrego pequeñísimo, uno que nunca nació, encubado con un liquido transparente en un recipiente parecido al de la mermelada pero mas grande. También le gusta el esqueleto y el cráneo, del segundo quiere saber si es de verdad, no se atreve a tocarlo.


Los camiones salen a las dos. Hay un hombre gordo y rosa que coordina todo el movimiento que parece un desalojo militar. Un guardia de seguridad para el trafico con un chaleco y una señal de alto. Los camiones pasan, uno tras otro, imponentes y amarillos, frente al transito desesperado que sólo puede mirar.


Cuando el camión ya esta vacío y llega a ese nudo horroroso frente a los cines de Tacubaya, donde abunda el sopor y el ruido de cláxones, Janet saca las copias que hace en la escuela cuando no la ven. Hay un libro de los Mazahuas que esta leyendo. Cada día saca diez copias. El chofer prende el radio y ella se pone a leer y a subrayar lo que mas le interesa.


Janet lleva el pelo recogido en una cola de caballo larga y negra, también tiene los ojos negros y grandes. Durante toda su vida hizo mucho deporte, tiene las piernas fuertes y las caderas grandes. Los labios parecen siempre estar dando un beso y se pinta las uñas de colores diferentes todos los días. Hay mas de un chofer que intenta diariamente invitarla a salir.


Los alumnos mas grandes del camión la molestan. Cuando les dice que se sienten se ponen de pie, y cuando no esta viendo se cambian de lugar. Los de trece años avientan cosas por la ventana a otros coches. En los asientos delanteros hay un niño y una niña de diez años que amarran un suéter entre los asientos para bajarse los pantalones y mirarse con mas privacidad. Janet no entiende de esto, pero sabe que si lo permite y alguien se entera la corren.


Hay un alumno particularmente molesto. Se llama Diego y tiene dieciocho años, es alto, guapo y fuerte. Los viernes se sube al camión con aliento alcohólico e intenta bromear con el chofer hablándole de futbol. Después, como si fuera cada ves más chistoso, le pregunta, con una mezcla de lambisconeo y burla, que cuándo lo va acompañar de peda, que cuándo se van por unas perras y que en una de esas y hasta invitan a la Janet. Se ríe mientras se aleja por el pasillo, Janet pretende no escuchar.


Un día mientras Janet pasea por los muebles de la biblioteca se encuentra con la imagen de Diego besando apasionadamente a otro alumno menor que el, de unos quince años; un chico bajito y de pelo muy rubio, casi albino, de piel blanca y ojos azules, vistiendo unos pantalones deportivos pegados y con algún letrero en ingles bordado sobre una de las piernas. Janet se da la vuelta instintivamente y camina hacia al otro lado, no puede evitar reírse.


Al día siguiente por la mañana, justo después de que los alumnos abandonan el camión, Janet verifica los asientos y descubre a Diego durmiendo en la ultima fila. Lo despierta tocándole una pierna y este reacciona de inmediato tomándola del brazo con fuerza y jalándola. Janet se espanta, abre los ojos con horror e intenta gritar pero Diego le tapa la boca con fuerza. Le dice: ¡Shhhh! ¡Tranquila! No te voy a hacer nada, sólo no le digas a nadie lo de ayer, por favor, te juro que no vuelvo a armarte un solo pedo aquí pero no le digas a nadie, te lo imploro.


Diego suelta a Janet que sigue asustada y no puede hablar muy bien. Diego se disculpa agregando que no sabía como pedírselo. Janet baja la cabeza, el le sigue pidiendo perdón al mismo tiempo que le pregunta si puede confiar en ella. Mirando al suelo y con ganas de llorar del susto, Janet asiente en silencio.


Sinceramente,

SEMV

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