miércoles, 15 de diciembre de 2010

Nostalgia

Vino una tarde a cenar conmigo,
vestida de azul, con los ojos cansados
de tanto escribir.


Le pregunte sobre su trabajo,
y por respuesta me habló
de los poetas hebreos de la España musulmana.


“Se morían de nostalgia,” me dijo,
“algunos por el cuerpo de sus amantes,
otros por el polvo de levante,
y otros más
por una cierta unidad con el cosmos
perdida al momento de ser hombres.”


Con el café nos dijimos
que lo atroz de la nostalgia
es que el objecto añorado no se conoce
—que se trata más bien de una construcción
de nuestras mentes insatisfechas;
un deseo por un pasado que se proyecta
hacia el futuro, destruyendo a su paso el presente
y dejándonos fríos, con los ojos cansados
de tanto mirar a lo lejos.


Al abrazarla al despedirnos
y sentir, por un instante,
su cuerpo contra al mío a través de la ropa,
no pude evitar sentir
una profunda nostalgia
por aquellos labios finos
que, sin duda, me pertenecieron una vez,
hace mucho, una noche perfumada de Granada.

Sinceramente,
NMMP

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